domingo, 12 de diciembre de 2021

Hoy Respiramos

¿Alguna vez vieron en algún auto ese sticker que te interpela con un “¿Ya respiraste hoy?”?

Bueno, pay attention.

Soy una fiel seguidora de Jonas Parandian, un sueco encantador que se dedica a la naprapatía, un método que combina medicina natural, quiropráctica, fisioterapia y osteopatía.

Pueden seguirlo en @naprapatjonas. Sube ejercicios súper innovadores que ayudan a despertar el cuerpo y a optimizar todas sus funciones, haciendo incapié en las articulaciones. Ya con ver su complexión nomás uno confía en que este muchacho hace lo que hay que hacer.

Gracias al maravilloso “Ver traducción” al final de cada posteo de Jonas (salvo que hablen sueco y no lo necesiten, claro) pueden beneficiarse de la lectura detallada de la técnica en cada caso, aunque de por sí siempre el ejercicio propuesto es un video y es muy claro sólo con la imagen.

“¿A qué viene todo esto?” pensará la gente con mucho fuego en la carta… Banquen al toro muchachos.

Ayer el amigo Jonas compartió un reto de 20 días de meditación y respiración. Lo sé, no me digan nada, ya “reto” y “20 días” los tiene al borde del close, verdá? Coraje que estamos hablando de 2 módulos de 5 MINUTOS POR DIA, no me digas que no podés Mabel. Decime que no querés.

El post de Napra captó mi atención de inmediato porque es un hábito que hace años que quiero instalar como parte de mi rutina diaria… pero siempre surge algo, no?

Meditar suena complejo, a montaña, a Nepal (¿), pero es sólo RESPIRAR. Nada más que respirar. Es ahí donde se complica.

Es difícil. Porque es nuevo. Hay una frase hermosa de J.W. Goethe que todos tendríamos que tener enmarcada en casa: “Everything is hard before it is easy”: Todo es difícil antes de volverse fácil. Aprendiste a caminar. A leer y escribir. Esto es pan comido.

En el caso de que ya seas un meditador sostenido, ahora si: close! Podés cerrar, o no, qué se yo, quédate a chusmear por ahí. Y aportanos tu experiencia. Contános qué onda.

Si estás pasado de rosca (y sino también, pero menos) es me-nes-ter respirar/meditar. Es como ir a boxes, no podés seguir con esos neumáticos aunque parando te juegues la carrera. Con las gomas en ese estado ya estás jugadísimo papi.

Jonas nos explica (y es sólo un recordatorio) que a largo plazo el stress nos genera: depresión, ansiedad, problemas digestivos, tensión, dolores de cabeza, problemas cardíacos, inmunológicos… sigo o ya te inscribís?

Ninguna parte de nuestro cuerpo es inmune al stress.

MEDITAR ES LA MEDICINA. Reduce los dolores, las inflamaciones, mejora el sueño, el ánimo, nos vuelve más tranquilos. Y, lo más importante, aumenta la conciencia corporal. Nos permite estar presentes en nuestros 5 sentidos, en lugar de en la cabeza todo el día… no te suena a paraíso?

Qué hay que hacer? Sentarnos a respirar 5 minutos 2 veces al día durante 20 días explorando el silencio y la presencia.

Vamos a sentarnos cómodos, con los hombros relajados y los pies apoyados. Y, muy importante, con la panza floja. Jonas dice “vientre relajado de Buda”, una imagen muy contundente. Él no tiene panza, pero no viene al caso.

Entonces, programo una alarmita para dentro de 6 minutos -1 minuto me va a llevar instalarme-, me siento cómoda en algún lugar que pueda estar tranquila, apoyo los pies en la tierra (es una forma de decir, ojalá tierra, ojalá pasto), escaneo el cuerpo para dejar ir cualquier tensión y llevo la atención al aire. Inhalo y exhalo, sólo eso. Las manos puedo apoyarlas en los muslos o puedo entrelazarlas en el regazo.

Normalmente lo hago con ojos cerrados, el mantra So Ham es de gran ayuda para centrarme (cuando inhalo pienso SO, cuando exhalo pienso HAM - pienso el sonido, claro -, ham suena “jam”).

Dependiendo el día a mí cerrar los ojos me dispersa mucho, si sos de piscis no me quiero imaginar. Si cerrar los ojos te hace irte a la china o a planear la compra del supermercado, otra opción es posar la mirada en un punto fijo mientras respirás. Yo esta mañana me quedé mirando un árbol, una hoja específica, más linda era!

“No puede irte mal” dice Jonas, siempre volvés a vos. Siempre volvés a estar presente.

Es una práctica para ejercitar justamente eso, LA MAGIA DE ESTAR PRESENTE.

Cuando empezamos? HOY, obvio. AHORA cuando terminás de leer. Cuándo sino Mabel?

Y ponés una alarmita (que se repita todos los días) que te recuerde meditar 2 veces por dia en 2 horarios que consideres que son buenos y factibles para vos. Y lo sostenés a sol y a sombra. Como bandera. Si estás en algún lado que no sea tu casa estoy segura que podés vehiculizar esos 5 minutos. Encontrá la manera. Cuando algo tiene valor para vos le hacés espacio como sea.

Jonas no lo dice, pero te lo digo yo por si no lo habías escuchado: 20 dias, o 21, es el tiempo que lleva instalar un hábito. El “reto” son esos primeros 20, después es como lavarse los dientes, no es algo sobre lo que te debatís. Es parte de tu vida.

Si empezás hoy, tenés una cosecha increíble para el arranque del 2022.

Año Nuevo con meditación incluída, no me digas que no es un año prometedor.

Hoy respiramos. Y mañana también.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Verde Esperanza

El fin de semana pasado volvimos en familia al mar después de mucho tiempo. 

Allí fuimos con Oli, felices pies descalzos en la arena, a emprender una caminata por la playa con nuestras miradas fijas en la orilla.

Buscábamos, en plan vehemente requisa, nuestros tesoros favoritos costeros: pequeños trozos de vidrio limados por la acción del mar. Redondeados, suaves y translúcidos, se transformaron en nuestro objeto fetiche playero.

Por un largo rato, recorriendo una distancia enorme, estuvimos abstraídas en la antojada tarea de vislumbrar el reflejo verde brillante de cada pedacito de cristal que se cruzó en nuestro camino.

Un buen tiempo más tarde, volvimos con más de cien gemas y el corazón latiendo encantado.

Que siempre podamos ver lo bello en lo ordinario, que cualquier vidrio se vuelva piedra preciosa.

jueves, 16 de septiembre de 2021

De Ramen y Ángeles

Hace unos días, charlábamos con mi hija mientras preparábamos lo que llevaría para almorzar ese día a la escuela. Era esa sopa china, suerte de ramen deshidratado, que se prepara en el vaso térmico en el que viene, agregándole agua hirviendo y dejándola reposar. Llevaba entonces también, además del dichoso vaso, el correspondiente termito con agua hirviendo.

De repente me apareció la idea de que, posiblemente, el agua no llegaría bien caliente al almuerzo, dado que faltaban casi 7 horas para que la fuera a usar. 

Me encontré diciéndole: Si el agua no estuviese caliente al momento de la comida, pedí ayuda. Andá a la sala de profesores. Ellos deben tener una pava eléctrica o un expendedor de agua ahí, va a ser muy fácil reponerla. A quien sea que acudas, va a estar encantado de ayudarte.

 

El paso de la niñez a la adolescencia, luego a la juventud y finalmente a la adultez, es arduo. Parece que pasamos del aura de mamá y papá resolviéndolo todo, a la autogestión más absoluta. Como náufragos en islas desiertas, deambulamos para arreglárnosla solitos. Cuando era chica el "yo no le pido nada a nadie" era bandera y todo. Algo de lo que se enorgullecían nuestros padres. Qué lo parió. 

 

Cuando tenía 22 años nos fuimos de viaje a Europa tres amigas. Antonio, quien era el jefe de dos de nosotras en ese entonces, vivía a medias entre Ámsterdam y Buenos Aires.

Este hombre nos llevaba 30 años, y era al mismo tiempo un par. Un buscador incansable de ojos azules que había vivido mil vidas en una vida.

Ya en Holanda él nos presentó a su familia y nos compartió su intimidad, él nos gestionó un piso donde alojarnos, él nos paseó y nos hizo conocer su mundo, y de alguna manera también, EL mundo.

Cuando partimos de su ciudad para seguir recorriendo otras, nos encontramos con varios desafíos interpelándonos en el camino.

Ante cada necesidad que nos iba surgiendo, una persona aparecía como por suerte de magia y nos tendía su mano. Nos divertíamos pensando y afirmando que eran enviados de nuestro amigo, una suerte de patrulla contratada por él para asistirnos ante cualquier inclemencia. Los apodábamos "Los Ángeles de Antonio".

 

Pasaron casi 23 años de ese viaje, y me vuelvo cada vez más consciente de la importancia de pedir y recibir ayuda, fluida y alegremente. Literalmente hay miles de manos alrededor dispuestas a ayudarnos, resultando en un regalo para ambos.

Qué importante confiar en la magia de este intercambio.

 

El ramen necesita agua caliente. 

No te las arregles solito. 

Hay ángeles por doquier.

 


sábado, 4 de septiembre de 2021

BANCAME RITA

Ayer, en hermosa juntada de amigas, mirábamos fotos viejas.

Este grupo es nuevo para mí, nos conocemos hace apenas unos años. Por esta razón, yo no las registraba en las fotos que iban apareciendo de 10, 20, 30 años atrás.

En algunas imágenes me era difícil reconocerlas.

Ahora, ¿no es menester ese cambio? ¿No es acorde al paso del tiempo?

¿Por qué a veces libramos la batalla de parecernos a quienes fuimos hace décadas? ¿No es una búsqueda absurda, desprovista de sentido, carente de toda lógica?

Nos teñimos para tener el pelo de nuestro color “natural”. ¿Natural en qué año?

Que se sepa, no sólo no lo estoy juzgando, sino que empecé a escribir este post con la tintura en la cabeza, porque ante todo coherente. Así y todo me interpela este intento por resistirme al paso del tiempo. Lo del teñido es simbólico, podría nombrar cualquier otra defensa en esta misma línea.

Este halago que se escucha muchas veces... “Estás igual!” (que hace 20 años, ponele), no es raro? ¿En serio nos parece maravilloso, y ponderable, encontrar que alguien casi no haya cambiado en esa parva de tiempo?

Pasan los años y nos pasan cosas, nos atraviesan las experiencias más diversas, sobreviene el deterioro. Es así, aunque nos cueste pensarlo envejecemos, cambia el cuerpo, cambia la piel, cambia el pelo.

¿No sería hermoso abandonar el intento de congelarnos? ¿No vamos medio en automático sosteniendo una imagen que ya venció? Creo que va mucho más allá del pelo. Ojalá fuera el pelo nomás.

Tengo una clienta que conozco hace un par de años, rondará los 55 años, digámosle Rita.

Ella era castaña cuando nos conocimos (teñida, claro).

Un tiempo después de nuestro primer encuentro, nos volvimos a a ver. Se presentó a nuestra cita con 10 cm de raíz de crecimiento. Me impactó muchísimo, me parecía imposible estar con la cabeza así. La imagen de la dejadez (?). Me educaron así, me hinqué hace mucho ante el mandato social de estar impecable, depilada, flaca, que se yó cuantas cosas más. Para peor me la contaron como “amor propio”. Qué miedo.

Volví a ver a Rita hace poquito, ya tiene toda la cabeza canosa. Juro por mi hija que la encontré hermosa, radiante, es más, pensé “ahora que lo pienso el castaño le quedaba como el culo!”.

¿Qué tal si me fío de la naturaleza, dejo de lado las convenciones y le doy una oportunidad a lo singular que hay en mí hoy?

Por ahora me cuesta confiar, pero un día de estos Rita, yo voy a ser como vos.