miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sobredosis de Cine


27° Festival de Cine de Mar del Plata

Asistir a un festival de cine es una experiencia intensa, un ejercicio de contemplación que todos los amantes del cine deberían probar alguna vez.

Y por "amante del cine" no me refiero a un ilustrado en la materia, a un experto con mucho background, que vio todo "lo que hay que ver" y se jacta de poder nombrar al último director coreano de culto.

Un amante del cine -ó un cinéfilo- es alguien que disfruta de la experiencia de reclinarse en una butaca y dejarse llevar hacia un mundo de fantasía. Alguien que se entrega a la experiencia de contemplar una realidad ficticia, que la elige, la compra y la vive, convirtiendo esa pura contemplación en un fragmento valioso de su vida. Y asistir a un festival de cine implica llevar esa experiencia al límite.

El festival se trata básicamente de mirar mucho, hablar poco, comer poco y dormir poco. Al menos de eso se trató para nosotros. Y lo vale. Ser receptor de tanto compensa algunas nimias carencias.

Aunque estamos acompañados, hablamos poco. Durante la peli no se puede (ni se quiere, porque ya nos perdemos algo) y entre una proyección y la otra, lo que entró por los ojos sigue en combustión en el corazón.

Comemos lo que podemos, apurados la mayoría de las veces. Nunca es una hora ni otra. Es tarde para almorzar, temprano para cenar... como una merienda eterna. Todo lo que comemos es un continuado de "colaciones", ni chicha ni limonada, salado ó dulce según lo que el antojo dicte. Alcohol poco, sino nos dormimos, pero un poco nos estimula y ahí vamos, mucha cervecita y snacks. Chatarra ligera. Fatal.

Pegamos algunas siestas robadas entre funciones. Mínimas, indispensables. A la noche llegamos rendidos a nuestro bello hotel de piedra con vista al mar, testigo silencioso de nuestra vorágine pochoclera. Nos desmayamos después de compartir eufóricos los momentos sublimes de las pelis del día.

Normalmente, cuando se trata de un festival, se recomienda decidir con antelación lo que se verá (al menos casi todo lo que se verá) y sacar las localidades anticipadas para no estresarse con tremendas colas y frustrantes funciones agotadas. Así lo hacemos. La mayoría de las sinopsis suenan tentadoras, pero las posibles formas de contar una historia, lo sabemos, son vastas y polémicas. Se impone arriesgar y confiar en la intuición que nos lleva a elegir lo que elegimos y dejar afuera una pila de opciones alternativas. Inquietud. Lo graficamos con más claridad: este año el festival está proyectando alrededor de 300 títulos en total, si, trescientos, no se me escapó un cero. Asi que, easy maths, si nos quedaramos la semanita completa (no fue el caso), a un ritmo intenso apenas podríamos ver algo más que un 10% de la oferta disponible. Chan.

El clima (la onda, no el meteorológico) es fantástico, y bastante diferente de lo que cualquiera imaginaría. El público es completamente heterogéneo. Jubilados, estudiantes de cine, acreditados de prensa, hipsters, turistas, parejitas diversas y amas de casa conviven en armonía, y esa multiplicidad de miradas enriquece el paisaje. Y la experiencia.

Esta vez vimos 16 pelis (en 4 jornadas), de los más variados orígenes y géneros.
He aquí nuestra lista de las 8 favoritas, y una pequeña y básica sinopsis de cada uno de estos títulos.
Si alguno llega a las salas de Bs. As., no se lo pierdan. Si bajan pelis por internet, con torrent o con lo que sea, ténganlas en cuenta.

Diferentes y sorprendentes. Aquí van!

7 CAJAS (Thriller, Paraguay)
Víctor es un joven de 17 años que trabaja en un mercado de Asunción y sueña con tener un celular de última generación. Acepta transportar siete cajas a cambio de 100 dólares. Parece un trabajo fácil, pero en esas cajas hay algo que todo el mundo quiere.

THE END OF LOVE (Drama, USA)
Un drama que se centra en la relación entrre un joven padre y su hijo de 2 años, a partir de la muerte de la madre del niño.

EL BELLA VISTA (Documental, Uruguay)
Un documental que traza una historia en un pequeño pueblo, sobre un lugar que comenzó siendo un club de fútbol, se convirtió más tarde en un burdel de travestis y terminó siendo una capilla católica debido a las presiones del sector más conservador del lugar.


QUINCAS BERRO DE AGUA (Comedia Dramática, Brasil)
Rey de los boliches y burdeles de Bahía, el ex-burócrata Quincas es encontrado muerto en su cama. Oponiéndose a su muerte, sus mejores amigos se "roban" su cuerpo y lo llevan por la ciudad para una última noche de parranda. Basada en la obra literaria de Jorge Amado.

THE DEEP (Drama, Islandia)
Basada en hechos reales, un pescador trata de sobrevivir en el helado océano después de que su barco naufraga en la costa sur de Islandia.

SIGHTSEERS (Comedia Negra, Irlanda)
Chris quiere mostrarle a su novia Tina su mundo, pero los eventos conspiran rápidamente contra la pareja y sus vacaciones soñadas en casa rodante toman un giro inesperado.

THE QUEEN OF VERSAILLES (Documental, USA)
Un documental que sigue a una pareja billonaria mientras construyen como su nuevo hogar una mansión inspirada en Versalles. Lentamente su imperio se desmorona debido a la crisis económica en EE.UU.

FOR LOVE´S SAKE (Comedia drámatica /Musical, Japón)
Narra la historia de amor entre una joven e inocente estudiante de instituto y un delincuente juvenil, víctima de una infancia trágica.

El 27° fue nuestro 5° Festival en Mar del Plata.
No hemos perdido la curiosidad ni el entusiasmo.
Amamos el Cine.

lunes, 17 de septiembre de 2012

La Cocina y el Amor Filial


Cocinarle a Olivia me conecta con mi infancia, con mi mamá revolviendo la olla cuando volvía del colegio con hambre de comida y de hogar.
Ella preparaba las cosas más ricas, las que a mí me gustaban, las que conocía (he aquí el bálsamo de la niñez), y que siempre me hacían tan feliz.
Como el universo lo dicta, la rueda de la vida dio la vuelta, ahora soy yo la que tengo una hija, y de una forma u otra la historia se repite,
Así las cosas, me veo reflejada en este espejo que es Olivia, y la vida de pronto da un vuelco.
Solita en el templo que es la cocina (para cualquiera que se entregue al desenfreno de ollas y sartenes, aunque sea para concretar salchichas con puré), le hablo a mi hija a la distancia que me separa de ella, de su cuaderno y sus marcadores. En la espera Oli dibuja un barco y una princesa-pirata, y juro que es la envidia de cualquier meditador buscando un segundo de conexión con la inteligencia suprema.
Compenetrada yo en mi tarea también, siento que la milanesa que preparo esta noche para ella es la epifanía de mi amor, un símbolo de contención familiar, de ese lugar al que uno seguirá volviendo como a un nido cuando, aún ya muy crecido, retorne de tanto en tanto en busca del calorcito primal.
Finalmente la cena está lista, y Oli espera ansiosa su plato. Enciendo dos velitas para la ceremonia que es la última comida del día, y ella me pide apagar una, en esa tónica de fiesta permanente que llevan los niños consigo. Sopla en éxtasis.
Muchas milanesas han desfilado frente a mí desde que dejé de ser un niña, pero aún hoy las de Noemí, mi mamá, se me antojan las más ricas del mundo.